FRAGMENTOS FILOSÓFICOS. FRAGMENTO 153: HUMANIDAD.
Por José Pablo Noriega de Lomas
Sabemos que hay dos voluntades en el ser
humano: La voluntad de dominio (Nietzsche) y la voluntad moral (Kant).
Conocemos por la experiencia histórica que las organizaciones ponen la voluntad
de dominio al servicio de la voluntad moral, domeñando a los individuos para
sus fines, que son morales (así, las iglesias, los partidos
políticos...).
Pero el problema es que la voluntad de poder
vuelve a entronizarse en los niveles más altos del mundo de las organizaciones,
pues éstas creen que sus fines morales son los mejores o los más deseables.
Entonces, hace su aparición la Guerra: interior, encubierta y de baja
intensidad, dentro de las democracias; o bien, la abierta entre Estados en los
que una política se ha impuesto.
Como estas voluntades morales se manifiestan dogmáticamente (lo que lleva a la guerra), se hace necesaria otra voluntad ética, otra que se organice de modo distinto. Esto demanda la aparición de nuevos ideales (y, por ello, de nuevas virtudes). El ideal moral que surge es el de la inclusión de los hombres en una sola clase (Humanidad) que ha encontrado la unidad moral. (Así, la Carta a los Gálatas, del Apóstol Pablo).
No obstante, ello en nuestro tiempo se realiza
incoativamente. Por tanto, quiere significar que nos configuramos como una sola
clase en cuanto Humanidad en diálogo (éticas dialógicas), que busca la unidad
moral teniendo en cuenta la competencia moral de todos. Todo lo cual pide la
creación de unas virtudes del diálogo que busca el asenso: La Gran Moral, que
se sigue de los lemas de Libertad, Igualdad y Fraternidad; y que fueron
alcanzados y tematizados en la larga elaboración del cristianismo en la Edad
Antigua.
Como consecuencia, puede afirmarse que la meta
se conoce a nivel general, aunque falte la concreción que los ideales buscan
con diversos acentos. Obviamente, esto último no puede llevar a la Guerra, pues
se entiende la Humanidad como la clase a la que se deben subordinar las otras
clases y las personas humanas.
Queremos terminar aclarando que hemos incluido
la Religión en la voluntad moral, pues en Occidente la Religión está
subordinada en el tratamiento teórico y práctico a la Política.
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