lunes, 14 de junio de 2021

FRAGMENTOS FILOSÓFICOS, nº 85

 





FRAGMENTOS FILOSÓFICOS. FRAGMENTO 85:
 FUNDAMENTO ABSOLUTO.


Por José Pablo Noriega de Lomas

  

 La Razón en su mismo ejercicio quiere buscar un fundamento. Pero el mejor fundamento es el fundamento absoluto. Éste no puede ser sino el Absoluto (Dios). En efecto, fundamento de toda Teoría no puede ser sino Dios, porque la posibilidad de racionalización de lo real es el postulado de todo razonar, siendo que esta racionalización se encuentra partiendo de Él.

   Ahora bien, el Absoluto tiene en su haber todas las perfecciones, pues de otra manera no lo sería. Pero si tiene todas las perfecciones, es Bueno y Omnipotente. Y si es Bueno y Omnipotente, creará, también porque habiendo Absoluto no hay educción posible.  Efectivamente, en lo que respecta a esto último, Él es principio total, pues no se le puede oponer nada; y si no creara de la nada se le podría oponer otra realidad, con lo que no sería absoluto. Así que, todo procede de Dios y procede por creación.

   Por otra parte,  en este orden de cosas, si Dios es el Bien, ello significa que quiere autocomunicarse, pues el bien es difusivo. Pero esta autocomunicación no puede ser consecuentemente tal, o de otra manera mejor que en seres racionales finitos. 

   De todo lo dicho, se deduce que los seres racionales finitos tienen a Dios objetivamente como Supremo Bien; y que, en el orden de la ley, en el orden normativo, el primer mandamiento es la Religión (la adoración, el amor etc. a Dios). A todos los respectos indicados en este párrafo obliga el mismo concepto de Absoluto. 

   En fin, en Dios se fundamenta todo; de lo que se colige, como corolario, que ninguna materia puede fundamentar, porque le faltan muchas perfecciones para poder ser el Absoluto. 


sábado, 5 de junio de 2021

FRAGMENTOS FILOSÓFICOS, nº 84

 





FRAGMENTOS FILOSÓFICOS. FRAGMENTO 84: 
PSICOLOGÍA Y FE.

Por José Pablo Noriega de Lomas

 

  La Psicología actual presupone que tiene medios para que se pueda alcanzar la felicidad desde la autonomía. Por ello, da por supuesto, ya desde sus inicios con Wundt, que puede construirse como ciencia independiente de la psique humana.

   Para esto, pide el principio del agnosticismo metodológico, que es a efectos prácticos, como en todas las Humanidades, ateísmo. Según ello, las ciencias humanas (entre ellas la Psicología) pueden hacerse sin Dios.

   Pero estos presupuestos son inadecuados para el caso que nos ocupa . Primero, porque el concepto de felicidad no se puede proponer al margen de lo que debe ser la vida buena. Segundo, porque la vida buena pide la religión, pues sólo con una relación adecuada con Dios hallamos la mayor felicidad de que somos capaces en esta vida (por ejemplo, mediante la esperanza en la vida venidera, que como dice la santa, "es la vida verdadera"). Tercero, porque, en la medida en que para el hombre no es indiferente la existencia de Dios, ninguna ciencia humana puede estar bien hecha sobre los presupuestos antedichos, pues sabemos por la fe y por la razón que hay Dios. 

   Por tanto, cabe preguntarse si pueden ser eficaces terapias constituidas sobre presupuestos filosóficos (teológicos y antropológicos) inadecuados; o si, por el contrario, se debe tener en cuenta la naturaleza humana, que dibuja una dinámica natural de la mente del ser humano acorde con Dios. 

   En este sentido, generalizando, es igualmente posible poner entre paréntesis la formación actual del dominio antropológico, debido a que las ciencias correspondientes se establecen sin tener en cuenta la Teología y la Religión. 

jueves, 3 de junio de 2021

FRAGMENTOS FILOSÓFICOS, nº 83

 




FRAGMENTOS FILOSÓFICOS. FRAGMENTO 83: 
CARIDAD DIALÓGICA.

Por José Pablo Noriega de Lomas

   Desde luego, que es superior la virtud de la caridad a cualquier otra. Pero no basta con entenderla en un sentido puramente material, sino que se precisa también comprenderla espiritualmente. Por ello, pensamos que la caridad espiritual se opone a la voluntad dogmática, por la cual nos cerramos al diálogo, y buscamos imponer nuestras posiciones por medios más o menos fuertes. 

   Por eso, no somos plenamente caritativos cuando tratamos la virtud de modo exclusivamente material al tiempo que la voluntad de dominio se hace dogmática. Así olvidamos la dimensión espiritual del concepto, por medio de la cual nos abrimos al diálogo y la comprensión.

   Con ello, decimos sí al amor al prójimo sin olvidar las consecuencias que conllevan la autocrítica y la apertura. Con ello, superamos la caridad incompleta, por lo que no ignoramos a los demás como personas morales, como personas con razón moral (y religiosa). 

   En conclusión, queremos con el presente subrayar que el amor consecuente a los demás (que proviene de la caridad como virtud teologal) incluye el desarrollo de ésta como caridad (o misericordia) dialógica, según hemos explicado en los ensayos. 


miércoles, 2 de junio de 2021

FRAGMENTOS FILOSÓFICOS, nº 82

 




FRAGMENTOS FILOSÓFICOS. FRAGMENTO 82: 
RELATIVISMO Y VERDAD.

Por José Pablo Noriega de Lomas

    En Occidente, antes de la Reforma, existía una idea dogmática de verdad, que en muchas ocasiones se imponía por una argumentación equivocada y a veces por la fuerza. Pero en el error de esta concepción dogmática había una visión general adecuada de la Verdad, que mantenía que ésta es una, y que puede conocerse.

   La Reforma supuso la crítica de lo expuesto, al oponer otras alternativas a la Gran Verdad. Por ello, es natural que aparezca el ideal de la libertad de conciencia, pues las grandes constelaciones filosóficas y religiosas no son apodícticas.

   Como consecuencia, toma también cuerpo un tratamiento relativista de la Verdad. Es decir, que se piensa que, ante la imposibilidad del conocimiento cierto, que conlleva el asenso, se confiesa que aquella es relativa. Pero el relativismo se contradice, pues la afirmación del mismo exige que su verdad también es relativa. 

   Tenemos, entonces, un dilema: Por una parte se defiende la libertad y el relativismo, y por otra un entendimiento no contradictorio de la Idea. Por ello, no cabe más que afirmar que lo verdadero puede conocerse aunque ninguna doctrina de las existentes lo posee completamente. Esto significa que es oportuno el proceso que, reconociendo la libertad, intente lograr el asenso. De este modo, no se niegan las partes del dilema, sino que se busca alcanzar la Verdad dentro de la Libertad. Así, nos libramos tanto del relativismo como del dogmatismo.