FRAGMENTOS FILOSÓFICOS. FRAGMENTO 95: METÁFORA.
Por José Pablo Noriega de Lomas
Es una metáfora popular muy acertada para
explicar el tránsito de la muerte aquella que se refiere a él como un irse de
viaje. Lo es por varias razones.
En primer lugar, porque expresa el hecho de que es la persona la que experimenta el cambio, pues ello lleva implícito que la sustancia personal permanece. Esto, a su vez, supone que es la parte espiritual la que se va; y, por ello, la que permanece en la vida inmortal. Lo cual, por su parte, lleva consigo que, como es la persona la que se va, es el alma la que abandona el velo corporal.
Por otra parte, la figura es igualmente
apropiada para evocar el misterio de lo que nos aguarda, que por otras vías
sabemos que es la contemplación de la Suprema Perfección (la Idea de Bien, como
creía Platón). Y sabiéndolo, el Misterio permanece, pues Sumo Misterio es
Dios.
En tercer lugar, el viaje hace referencia a la
vida nueva que nos espera, que es como otra tierra, otro país, con sus paisajes
que llevan a nuevas vivencias y experiencias. Así, esta Nueva Tierra puede ser
un buen símil del encuentro del alma con Dios.
Igualmente, la metáfora connota la virtud
teologal de la esperanza: De lo contrario, no se pensaría como un irse,
que implica esa
continuidad a la que nos referimos.
En fin, la figura que tratamos aparece como una
imagen simbólicamente lograda de lo que enseña la Escatologia, como ciencia
filosófica de las ultimidades (Laín Entralgo), ciencia que tiene sus
antecedentes en las creencias de los indoeuropeos, en Platón y en el
cristianismo antiguo.
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