jueves, 26 de marzo de 2020

FRAGMENTOS FILOSÓFICOS II








FRAGMENTOS FILOSÓFICOS. FRAGMENTO 2: 

 DIOS COMO FUNDAMENTO.



 Por José Pablo Noriega de Lomas

El fundamento se da en todo razonar, en todo pensamiento. Así, por ejemplo, si estudiamos la Geometría de Euclides vemos que se parte de axiomas intuitivamente evidentes (o de postulados) que hacen posible la construcción de esta ciencia. Igualmente, en la Química aparecen los elementos químicos. En Genética, las proteínas o los aminoácidos. Y así sucesivamente.
 Pero cada sector de la realidad se posa en una fundamentación propia a partir de la que construye y que no sirve para otros campos. Por ello se presenta la pregunta por la racionalidad de la realidad como un todo; es decir por la posibilidad de una totalización racional.
En esto parece también necesario hallar un Fundamento Último. Aquí hemos de ver que sólo el Absoluto puede fundamentar la realidad como un todo, como totalidad porque Él ofrece la posibilidad de racionalizarla. Así el Fundamento Último es condición de racionalización de la realidad. Sólo desde el Absoluto (Dios) puede fundamentarse la racionalidad de la realidad como totalidad. Sólo desde Dios se puede pensar en la totalización racional de lo real.
Ello, por su parte, permite la fundamentación de otros dominios como la Moral o la Política, según hemos visto en los fragmentos de Democracia Teológica. 
Podría objetarse que este Fundamento Último podría ser la Materia. Pero hay que tener en cuenta que en todo pensamiento hay que escoger la construcción más racional, más potente. Siendo así que la Materia carece de perfecciones que Dios tiene (la Personalidad, la Bondad...), ella no puede ser fundamento.
   En conclusión: la racionalización de la realidad como un todo exige un Fundamento Último en Dios porque las racionalidades parciales (por ejemplo, las ciencias) son incompletas; y porque otros intentos son inferiores (por ejemplo, los materialismos). Se da además el caso de que no sólo se puede ir del Mundo a Dios, sino que también se hace posible la construcción racional coherente del Mundo partiendo de Dios.

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