FRAGMENTOS FILOSÓFICOS. FRAGMENTO 124: INMUTABILIDAD Y
ETERNIDAD.
Por José Pablo Noriega de Lomas
Escribe Modesto Berciano en su manual
"Teología Natural" que el hombre tiene como una "potentia
obedientalis", que de alguna manera le lleva a dar el salto hacia la
afirmación de Dios; lo cual tematiza la Filosofía como Teología Racional en
forma de pruebas de Su existencia.
Creemos nosotros que es como si los humanos
tendiéremos a dar el paso a lo Perfecto (como Anselmo de Canterbury mostró en
su famoso argumento). Así, Parménides concibió el Ser como inmutable y
eterno.
Inmutabilidad y eternidad son atributos
entitativos de Dios, según la Escolástica, por lo que la Escuela se sitúa en la
tradición que inaugura el pensador presocrático; aunque éste negaba el mundo, y
lo creía apariencia en su intento "a priori" de racionalización de lo
real, mientras que aquélla obviamente reconoce la existencia del mundo.
Por otra parte, según Zubiri, se da una aprehensión
primordial de la realidad, debido a que lo real existe "de
suyo".
Ocurre, entonces, que la existencia de la
realidad como mundo se impone ineluctablemente.
Por consiguiente, la solución Escolástica es
mejor, porque combina los dos aspectos: Por una parte, la existencia del mundo;
por otro, la de la Perfección, que es la Realidad divina, superior a todo,
inmutable y eterna.
En fin, en este sentido, la Filosofía Perenne sigue
la huella de Aristóteles, quien no niega el mundo ni la Perfección, y armoniza
el problema distinguiendo entre potencia y acto. De este modo, salva las
aporías de Zenón, así como también la solución de Heráclito, en las disciplinas
filosóficas de la Metafísica y la Teología.
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