FRAGMENTOS FILOSÓFICOS. FRAGMENTO 127: OMNIPERFECCIÓN.
Por José Pablo Nortiega de Lomas
Para definir la esencia metafísica de Dios, es
decir, el constitutivo formal que mejor Lo define, y en el que se fundamentan
los demás atributos, la Historia de la Filosofía registra diferentes propuestas
como la inmutabilidad (Agustín de Hipona) o la libertad (Calvino); y en la
misma Escolástica se proponen otros como la infinitud (Escoto), el ser
subsistente ( Aquino, Báñez) o el inteligir (Juan de Santo Tomás).
Con ello, se parte de una perfección para luego, en
la symploké de los nombres divinos, ir deduciendo los demás, que están
entrelazados. Así, por ejemplo, la eternidad se puede obtener desde la
inmutabilidad.
No obstante, la Omniperfección como
constitutivo formal parece ofrecer mayores posibilidades para organizar nuestro
conocimiento, siempre analógico, del Absoluto. Ello es así porque dicho
constitutivo permite transitar directamente del núcleo del concepto hacia los
demás, tanto los entitativos como los operativos. En efecto, como Dios es el
Ser que reúne en Sí todas las perfecciones se puede asegurar que es Eterno,
Inteligencia Subsistente, Creador, Omnipotente y así sucesivamente. Y que lo es
infinitamente.
Por ejemplo, puede afirmarse que es Omnipotente
en la medida en que se debe pensar que el poder hacer en su máximo grado es una
perfección; o que es Inmutable en la medida en que ello significa Actualidad
Pura, ausencia completa de falta.
En fin, de igual forma cabría deducir otros
atributos directamente de la Idea a que nos referimos, que también implica la
afirmación de Su Existencia. Ello constituye la famosa prueba ontológica, tan
trabajada en la Teología Natural.
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