FRAGMENTOS FILOSÓFICOS. FRAGMENTO 78: AUTONOMÍA ÉTICA.
Por José Pablo Noriega de Lomas
Aunque hay sistemas éticos que trabajan desde
la dependencia de Dios, han sido muchos los intentos de construir una ética sin
Dios. Entre éstos han sobresalido el de Aristóteles y el de Kant (ética
material y ética formal respectivamente, según la clasificación del propio
Kant).
Pero los intentos de construir desde la
inmanencia tienen el problema de que la existencia del Absoluto altera los
puntos de partida. Así es, porque, por un lado, desde el concepto de Bien hay
que reconocer que Dios es el Bien por excelencia; con lo que todos los otros le
están subordinados, por ser inferiores. Por otro, desde la idea de Deber,
también aquí la existencia del Absoluto determina la organización del discurso,
porque, por la misma definición de absoluto, el primer deber no puede ser otro
que el que, de una u otra manera, se expresa como primer mandamiento en la
tradición bíblica.
Se ve, entonces, que el Señor es quien funda el
bien y el deber, aunque la razón práctica pueda existir por su parte y llevar a
Dios como postulado. (Así, el caso de Kant, quien en su obra de moral más
importante, la Crítica de la Razón Práctica, lo hace de ese modo).
Y, en el orden de cosas del discurso presente,
puede afirmarse que, al encontrar el Sumo Bien como Dios y el Deber como primer
mandamiento, la Moral está subalternada a la Religión, por lo que su fundamento
más adecuado se halla en ésta.
Como corolario, puede añadirse que la Religión
no es una realidad subjetiva, prescindible, que no altera lo real. Al
contrario, se encuentra en el mismo corazón de ello.
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