FRAGMENTOS FILOSÓFICOS. FRAGMENTO 143: DIVISIÓN DEL TRABAJO.
Por José Pablo Noriega de Lomas
Parece que está fuera de toda duda que hombres
y mujeres son iguales en valor, en dignidad y derechos. Tampoco es objetable,
pues la ciencia lo demuestra, que ontológicaamente no lo son. Efectivamente,
está claro que los dos géneros tienen sistemas hormonales y sistemas nerviosos
- por ende, psicologías- diferentes. Y ello, por mucho que se intercambien los
roles.
Por otra parte, es una verdad de la ciencia
económica que la división del trabajo - nacional o internacional - aumenta la
riqueza general, porque resulta más rentable que cada parte haga aquello que da
los mayores rendimientos (así, el vino se produce en España y no en
Laponia).
Aplicando esta ley económica al tema que nos
toca, se hace natural que cada género, cuando hay verdadera necesidad de
incrementar el rendimiento económico de una familia o de una nación, haga lo
que la naturaleza ha decidido que interesa generalmente (intereses generales
familiares o nacionales).
Con esto, nos encontramos con lo que
históricamente ha sido siempre que es la división sexual del trabajo (en la que
los hombres hacían la parte más penosa, al decir de los libros de texto de
hasta hace poco).
Ello va más allá de excesos igualitaristas que
utilicen una Idea de Igualdad absorbente, aunque en los tiempos venideros se
pueda hacer todo de maneras nuevas. Pero con todo, al final, la naturaleza, el
ser de lo real se impone.
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