FRAGMENTOS FILOSÓFICOS. FRAGMENTO 68: LOS TRISTES.
Por José Pablo Noriega de Lomas
Ya hemos mostrado en otras partes (por ejemplo
en los ensayos "Ortología Antropológica" y "Humanidades y
Absoluto") que la Religión, lejos de alienar, completa al ser humano y le
alivia el sufrimiento. Efectivamente, cuando el Absoluto derrama Su Compasión y
Misericordia sobre el corazón del hombre, éste comprende la clave de la
existencia; y así, optimizado en sus diversas esferas, se abre al acogimiento
amoroso de Dios.
Por eso, es natural, en mayor medida si cabe,
que el Señor levante del polvo al desvalido, al oprimido, al triste (Rosalía de
Castro) y le de la alegría necesaria para enfrentarse con orgullo al mal y al
olvido de muchos. Así, Él es especialmente el Consolador, y quien da la
dignidad a los pobres, más en particular, a los pobres entre los pobres.
En este orden de cosas, es consecuente
preguntarse por qué, no obstante, la Religión ha retrocedido en Europa. Es
seguro que hay múltiples causas. Pero no son pequeñas: Por una parte, la
tardanza en la reacción a las nuevas realidades económicas y sociales de la
Edad Contemporánea por parte de la Iglesia Católica (la "Rerum
Novarum" de León XIII se publicó en 1891). Por otra, la lentitud con la
que camina el proceso de desmitologización, que da pábulo a los tópicos
argumentativos de los agnosticismos y los materialismos.
Aún con ello, la Religión no debe
minusvalorarse, y dejarse llevar por el mundo circundante, que es ateo. Y ello
porque esencialmente la razón y la caridad están con ella, pues no enajena, sino
que, según vemos, libera.
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